domingo, 10 de enero de 2016

Podrías al menos haber estrujado la manta en la que lloré.

Debí haberte avisado. Mientras me tocabas las piernas
como si de ellas dependiese
el ritmo
de tu respiración.
Debí haberte avisado..
que me crearon viendo el final de una película triste.
Que viniste a enamorarte del libro de una sección prohibida en los tiempos de inquisición.
Viniste a enamorarte de la idea de suicidio, de la lluvia en agosto. Del azar.

Debí haberte avisado, a tí, que caminabas ciego por las cuerdas de mi guitarra
mientras tocaba la canción que sonaba en nuestro entierro.
Cuando fuiste testigo de que mas de lo que pesa la tierra en el cuerpo, pesa la ausencia .

Debí decirte tanto. Sobre los agujeros negros del espacio que creamos.

Sobre el cambio y la desesperación.
Sobre los tornados. Embotellados en frascos de cristal.
Y la dulzura de unas manos que han hecho mas daño que justicia.

Debiste marcharte al verme los pecados entre las costillas.
Debiste huir al escucharme los miedos,
escapar al entenderlos.
Al tocarlos con los dedos.

Debí haberte escuchado, cuando me decías que se te hacía eterno el invierno,
y que sin embargo diciembre nunca había sido tan cálido.


Debiste haber sabido, que el invierno es un estado y no una estación.
Debí haberte avisado
que diciembre,

era yo.


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