Al menos la despedida no tuvo cojones
de aparecerse sin avisar. Afuera sigue siendo Enero. Y los pájaros
que emigraron parece que no van a volver nunca. He tenido que
atornillarme la sonrisa y ahora me escuece el corazón. Afuera la
tristeza se viste de blanco y yo solo pienso en buscar ángeles en
ella.
Ayer pedí un deseo y sigues sin
aparecer.
Al menos la nostalgia se masturba con
tu risa, y a veces, se da el lujo de suspirar sin razones, otras,
desciende despacito por mis mejillas, como un reloj de arena al que
le quedan por recorrer mil kilómetros de playa.
Asumir siempre estuvo en mi lista negra
de prioridades, sigo empeñada en la certeza de que algunos sueños
si llegaron a ser astronautas. Y es por eso que volvería a conducir
por tus vértebras saltandome todas las señales, todos los
semáforos, con tal de perderme un rato más por los puntos
cardinales de tu espalda.
He tratado de consumir todas las velas
con tal de que la cera tapase mis grietas, de volver a abrirme las
entrañas y que vengas con hilo y aguja para coserlas.
Ayer pedí un deseo, y hoy, solo
apareció el dedal.
Tal vez sería mas facil si mis
cristales no se pasasen todo el día llorando, preguntándose por qué
solo tu sigues siendo impermeable. Y como un ciclo, hoy te me has ido
sin cumplir.
Afuera sigue siendo invierno
y el cielo está mas gris que nunca.
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