miércoles, 3 de agosto de 2016







"Un prado por si solo es solo pasto, flores, y el sol que se asoma por los árboles tan solo un rayo de luz, pero si lo juntas puede ser mágico"









Escríbeme hoy porque hoy es pronto y mañana será tarde. Escríbeme ahora porque me acuerdo de ti y te veo las pecas y pienso que bonita y que bien le queda el amarillo. Y que envidia de viento que le mueve la falda. Y gracias al suelo que sujeta sus pies. Escríbeme hoy porque hoy es pronto y la semana que viene será tarde, y quizá no recuerde que te gusta el almíbar y la miel, y a lo mejor se me olvida que no te gusta el numero tres ni el frío febrero. Escríbeme a mano porque me gusta tu letra, y cómo escribes el nombre que le quieres poner a tu hija, y que bien le quedaría el mismo a la mía, y que delicado le quedaría un buzón blanco a tu carta, y unas margaritas rodeando su pierna, y que lástima que no tenga buzón. Pero tengo un felpudo enorme que te dice bienvenida, y si me guardas el secreto te lo dice solo a ti, mi niña, deja a las visitas creer lo que ellos quieran. Y si algún día me eliges, a mí, el del montón, el que te ve por encima de los labios rojos de la chica que te hace sentir fea, el que te ve entre piernas largas, tacones y medias de rejillas, si tu mi niña, me eliges a mí, no al que te mira,sino al que te ve, entonces mi niña, entonces no me escribas, porque tendré toda una vida, para por fin leerte.

sábado, 28 de mayo de 2016

Cómo estás me preguntó
Y yo espontáneo
Leo poesía
Leo poesía para que se me pase la carga
Hoy el sol se ha dignado a mirarme
Después de treinta y cinco días y dos lunas llenas
Leo poesía para que se me cierren los párpados
Anoche volví a soñar bonito
Leo poesía porque hace de la realidad arte

La poesía es bella
Y tú

Yo no estaba preguntando.

sábado, 23 de enero de 2016

Cuéntame por qué los tres tigres estaban siempre tan tristes.

Te he visto reflejado en la desgracia y en la adicción.
Jurándole a tus noches, de las que eres dueño y esclavo,
pastor y rebaño, el hijo del sacerdote que es pecado y pecador.

Jurándole a esa niña, tan pequeña y tierna, tan tirana y embustera,
tan verdugo de tu dolor, la heroína del adicto que no es droga si se niega,
pero que nunca lo hace.

Te he visto vomitar mentiras, tejerlas y envolverlas en la hoja del mismo libro que regalas.
Y a tu musa, que es también musa de poeta muerto, del que nacerá cuando ella muera, cortándose el pelo con sus propias promesas.
He visto tus dedos fundiéndose en su lengua cuando habla de sexo, te he visto desde fuera y desde dentro, y decir que sí a desgana y a negarte cuando te obligas.

Os he visto enteros y compartidos,
tan juntos, tan unidos que ni una guerra nuclear os acabaría.
Mansos, sumisos, rencorosos, os he visto volcados en los mismos sueños
que hoy necesitarían un lustro, dos siglos y casi tres milenios para dejar de ser ficción.
La he visto gritar sin hacer ruido, contar los pasos desde sus ganas a tu cama y no llegaba a minuto.
Al reloj de vuestra última estación colgándose de sus propias manecillas.

He visto a la muerte, a veces elegante, muy pocas digna, siempre silenciosa y sobre todo hija de puta, negándose a daros más crédito, y a vosotros, tan tramposos, tan sin escrúpulos, huyéndo sin pagar las deudas.

Te he visto desde cerca suplicándole oportunidades que no se merecía, y a ella consumiendo tiempo dónde sabía que no había esperanza. Y a ambos os daba igual. Os he visto lloviendo y dándole la espalda al fracaso y puedo jurar que eso no era arte, era puro masoquismo.

Y sin embargo, os he visto en museos, siendo acuarela, lienzo, mármol,
negro, violeta, ámbar, trazo, línea y círculo.
Y sin embargo, todos los que observaban eran ciegos.

Os he visto siendo melodía y puro ruido, te he visto afinándole las cuerdas de las costillas con los dientes, la he visto llegar al orgasmo diciéndote de todo con los ojos, os he visto correros, en tinta y a la vez, y a la eternidad resumida en ese instante. Te he visto cuidarla como si fuera de cristal y escupir en sus zapatos cuando la podía quebrar un soplido, y a ella, la he visto hacer de cenicero, de muro, de mimbre y de silencio entre corcheas que solo suenan al gemir.

Os he visto como nunca os veréis.
Fugaces y constantes.
Os he visto como nunca os veréis.
Estrella y río.

Porque en el amor,
llámalo desgracia o adicción,
llámalo lustro, instante o eternidad,
llámalo muerte, tiempo o deuda,
pero en el amor,
todos los que observan,

son ciegos.

jueves, 21 de enero de 2016

A las mariposas entre alfileres las llaman bonitas cuando están muertas.









Tan normal, tan cualquiera, que darías lo que fuera por tenerlo a tu lado.










Vivo con la idea de que te puedes hacer tan pequeño que puedo guardarte entre mis manos hasta que el otoño vuelva, con su puñado de hojas secas y un quizá lluevo quizá no.
Te he inventado en todos los colores y sólo el de la despedida te quedaba mal.

Vivo con la idea de que voy a quitar la manta y te voy a encontrar debajo. Como un niño perdido que cree que consuelo es oscuridad. Como un mentiroso, que nunca te dirá que tiene miedo, porque el miedo se lo tiene prohibido. Tal vez como un drogadicto, al que se le dilatan las pupilas si le hablas de heroína.Como el fumador que se quita los parches y coge las colillas del suelo. Como un ninfómano que se ha desgastado las uñas en piel. Como el silencio, tan frágil y tan incómodo como la verdad. Como un niño encontrado, que no recuerda qué es un beso antes de dormir.

Vivo con la idea de que entiendas por qué para mí, nosotros era un verbo. Que entiendas que nunca nos conjugaremos con las mismas terminaciones sin echarnos encima las culpas, los errores, los daños que nunca tuvieron puertas abiertas, ni siquiera una rejilla en las ventanas.

Vivo con la idea de que este año brindaré con la copa llena de remordimiento, y me pellizcaré dos veces para asegurarme de que ya no estás, antes de volver a llenarla. Que acabaré con las medias rotas en cualquier bar cutre hablando de tí hasta que te piten los oídos.

Vivo con la idea de algún dia seré capaz de contar hasta veinte sin imaginarme tus diez pecas. Vivo con la idea de que si no terminó en ojeras, no era poesía, ni amor.

Vivo con la idea de que algunos sentimientos son mas profundos que el océano. Tan profundos que si cavas un poco mas, ves de nuevo el orificio de entrada. Tan profundos que te podrían succionar la alegría hasta que no encuentres razones por las cuáles levantarte.

Vivo con la idea de que te acordarás de mi cuando estés triste y no amanezca hasta que el recuerdo se esfume. Que no volverás a sentar a nadie en la encimera gris de tu cocina, y cambiarás las sábanas donde me hacías tan tuya,
tan tuya,
que la palabra propiedad tenía razones para odiarte.

Vivo con la idea de que eres el octavo pecado capital.
Que volvería a cometerte.
Y que sería culpable
hasta que se demostrase
lo contrario.

martes, 19 de enero de 2016

no vuelves y parece que nunca te has ido


Al menos la despedida no tuvo cojones de aparecerse sin avisar. Afuera sigue siendo Enero. Y los pájaros que emigraron parece que no van a volver nunca. He tenido que atornillarme la sonrisa y ahora me escuece el corazón. Afuera la tristeza se viste de blanco y yo solo pienso en buscar ángeles en ella.








Ayer pedí un deseo y sigues sin aparecer.











Al menos la nostalgia se masturba con tu risa, y a veces, se da el lujo de suspirar sin razones, otras, desciende despacito por mis mejillas, como un reloj de arena al que le quedan por recorrer mil kilómetros de playa.

Asumir siempre estuvo en mi lista negra de prioridades, sigo empeñada en la certeza de que algunos sueños si llegaron a ser astronautas. Y es por eso que volvería a conducir por tus vértebras saltandome todas las señales, todos los semáforos, con tal de perderme un rato más por los puntos cardinales de tu espalda.

He tratado de consumir todas las velas con tal de que la cera tapase mis grietas, de volver a abrirme las entrañas y que vengas con hilo y aguja para coserlas.

Ayer pedí un deseo, y hoy, solo apareció el dedal.

Tal vez sería mas facil si mis cristales no se pasasen todo el día llorando, preguntándose por qué solo tu sigues siendo impermeable. Y como un ciclo, hoy te me has ido sin cumplir.

Afuera sigue siendo invierno
y el cielo está mas gris que nunca.


martes, 12 de enero de 2016

Tan enfímera

Recuerdo la impotencia que le daba al sentir que los demás no comprendieran que crecer es solo una forma de desintegrarse mas rápido.
Y que la meta a la que aspiras es solo el cúmulo de decisiones que crees que debes tomar para volver a sentirte como cuando creías que el agua del mar era azul.
También me acuerdo que dos días antes de morir
me escribió una carta diciéndome que si alguna vez la volvía a ver,
tan solo sería un reflejo. Que coexista con la triste idea de que ella no lo volvería a hacer.

Yo entonces seguía raspandome las rodillas y odiando las visitas al dentista.
No fue hasta muchos años después que comprendí su letra difusa. Debió de haber llorado un río para que la tinta se corriese de aquella manera, tan extrema, tan cruel.

A veces, la veía caminar en forma de promesa. La oía como un susurro vagando entre conversaciones insignificantes, que hablaban de prisa e hipótecas. Y me quedaba escuchando aquel sonido hasta que se disipaba. Era amante de lo vulnerable. Susceptible a los cambios de estación. Solía coleccionar pedacitos de corazones rotos por si alguna vez alguien reclamaba su trozo. Por si encontraba un cartel de se busca, con restos de sangre y pegamento.
Buscaba a alguien que pulsara su botón de reinicio, porque ella sola no sabía cómo funcionar. Y por las noches, se colaba por las ventanas de los que se juraban amor eterno.

A veces, cuando la luna está llena me parece verla reflejándose en el mar, bañándose desnuda, tirándose en la arena, como cuando creíamos que el océano era azul.
Y solo entonces, recuerdo con qué bonito nombre firmó aquella carta.

Cuando visites su tumba, no te olvides de leerla,
y recuerda, que en su epitafio pone
"aquí yace la ilusión".


domingo, 10 de enero de 2016

Podrías al menos haber estrujado la manta en la que lloré.

Debí haberte avisado. Mientras me tocabas las piernas
como si de ellas dependiese
el ritmo
de tu respiración.
Debí haberte avisado..
que me crearon viendo el final de una película triste.
Que viniste a enamorarte del libro de una sección prohibida en los tiempos de inquisición.
Viniste a enamorarte de la idea de suicidio, de la lluvia en agosto. Del azar.

Debí haberte avisado, a tí, que caminabas ciego por las cuerdas de mi guitarra
mientras tocaba la canción que sonaba en nuestro entierro.
Cuando fuiste testigo de que mas de lo que pesa la tierra en el cuerpo, pesa la ausencia .

Debí decirte tanto. Sobre los agujeros negros del espacio que creamos.

Sobre el cambio y la desesperación.
Sobre los tornados. Embotellados en frascos de cristal.
Y la dulzura de unas manos que han hecho mas daño que justicia.

Debiste marcharte al verme los pecados entre las costillas.
Debiste huir al escucharme los miedos,
escapar al entenderlos.
Al tocarlos con los dedos.

Debí haberte escuchado, cuando me decías que se te hacía eterno el invierno,
y que sin embargo diciembre nunca había sido tan cálido.


Debiste haber sabido, que el invierno es un estado y no una estación.
Debí haberte avisado
que diciembre,

era yo.