Vivimos en una generación de cobardes,
donde la pantalla se convirtió en lo mas importante.
En ese lugar en el que las comidas pasaron a ser fotografías cargadas de tristes filtros,
y las esperas ya no buscan miradas donde perderse..y encontrarse.
Vivimos en la generación de amores platónicos e inalcanzables,
de idolatrías a cuerpos inexistentes
y ambición por lo imposible.
Es triste ponerse a pensar que las manos ya no se tocan de la misma manera y que los sentimientos ya no se escuchan, tan solo se leen a una larga distancia..
Que nos hemos llenado de odio y orgullo ya incluso antes de que pase algo
que realmente pueda herirnos, y cerramos nuestras almas a las otras,
y caminamos
mirando al suelo
porque el contacto visual ahora es cosa de valientes.
Vivo en un mundo donde las cicatrices han de taparse porque las imperfecciones
no están aceptadas.
¿Hemos dejado ya de ser humanos?
Quizá prefiramos soñar que alguien llegará tirando piedrecitas a nuestra ventana con
un ramo de rosas en la mano y un peluche gigante, y aunque sabemos que eso no va a pasar
no nos importa.
Quizá prefiramos lo material a que nos miren cuando dormimos y no nos digan nada a la
mañana siguiente.
La hipocresía y el aparentar son ahora lo primero en nuestra lista de prioridades.
Y los hombres ya no buscan a la chica de la media sonrisa y los ojos profundos;
ahora solo quieren un cuerpo que llevarse a la cama
y unos labios gastados
que no hablen mucho,
pues también se les ha olvidado el significado del verbo escuchar, o ni siquiera se lo han enseñado.
Ellas sin embargo ahora no solo se pintan los ojos sino el alma,
y tapan con parches de indiferencia los agujeros de su autoestima
y ríen sus gracias, las de ellos, cargadas de ignorancia
y egocentrismo.
Hasta que llega otra,
con menos ropa y mas escote.
Y la personalidad pasa entonces a un segundo plano,
junto con los sueños..y se pierden en un agujero negro de una galaxia muy lejana
llamada realidad.
S.Rastelli