Hay amantes que han muerto congelados,
mientras un pirómano ha hecho de un bosque una tumba.
No queda pan para los pájaros del
norte,
ni siquiera para ti, mi amor.
Te he contado de siete en siete las
mentiras que escondes entre los dedos de las manos,
Me he mordido estas uñas de porcelana
hasta llegar a su raíz,
y solo había arena blanca entre tanto
dolor.
Soy la indiferencia del huracán que
atraviesa el techo de un hogar sin amor,
sin amor, mi amor, o sin pan, no hay
piedad que valga. Lo he visto de cerca.
Tampoco tuviste piedad cuando me
arrebataste la inocencia,
salió de ti, mi amor,
salieron de ti, rojas y podridas,
las flores del perdón no tienen sitio
en mi purgatorio.
Ya no soy quien era y te lo debo a ti,
ya no dependo de que me salven,
ya no busco calor,
he hecho de este invierno un refugio amable.
Y esque si todo lo que tocas sangra,
todo lo que tocas se marchita,
todo lo que tocas se ahoga,
mi amor, dime qué cojones te dice
entonces
el espejo cuando te miras.
Yo a veces te veo en mí como una
hemorragia interna,
un susurro a medio terminar,
un violín que llora como un pianista
al que le cortan los dedos,
un ser deforme que ruega atención.
Dime,
acaso alguna vez has besado la lluvia,
has dejado que un río te atraviese,
has tocado el sol sin hacer de él
lava.
No, mi amor, ya no queda sitio para ti
,
en este mi purgatorio,
no queda verde que puedas quemar,
no quedan caramelos que puedas quitar.
no te queda brillo en los ojos,
en este mi purgatorio,
que es solo una sala vacía,
no te queda nada más,
que el triste eco de una canción que odias,
y una lápida a la que nadie nunca
llevará flores.